lunes, 18 de junio de 2012

Quién psicoanaliza (actualidad de esa pregunta)





¿Quién eres psicoanalista? ¿Para quién? ¿En cuál contexto?
Así como hace algunos años circula la pregunta ¿"Un psicoanálisis o varios? podemos preguntarnos ¿Un psicoanalista o varios? ¿Cómo son enfocadas las influencias sociales y las presiones culturales por el analista como persona real y la repercusión que estas cuestiones tienen en su presencia en la práctica analítica?
Sabemos acerca de la función psicoanalítica y también que el ejercicio de la misma no es igual en el consultorio privado, en las Instituciones y en la vida privada. El ejercicio en cuanto a lo formal, ya que el pensar psicoanalítico no depende del contexto.
Todo sujeto tiene un constructo subjetivo. No es sencilla la comprensión de las viscisitudes  objetales y estructurales que nos llevan a intentar expresar qué es un psicoanalista más allá de lo manifiesto (encuadre, situación analítica) y de lo latente (función analítica)
En toda situación donde el psicoanalista intervenga estará presente su ideología. Tenemos que considerar su subjetividad y contratransferencia durante el proceso analítico y las múltiples redes transferenciales que se despliegan en las Instituciones y en las relaciones entre analistas. Otras cuestiones acerca de las cuales nos alertó Freud son el narcisismo y el ejercicio del poder.

Amalia Socci

viernes, 1 de junio de 2012

Sobre el pluralismo y la reforma del 74



La reforma del 74 fue un movimiento que ubicó a la APA  en un lugar pionero en lo concerniente a la formación psicoanalítica. Sus diferencias con la formación consensuada de la mayoría de los Institutos de la IPA fue determinante de sucesivas escisiones y desprendimientos. (APDEBA, SAP).
En la actualidad todos los grupos políticos de nuestra institución, reivindican en sus declaraciones  los principios que sustentaron la reforma, tales como la libertad curricular y su correlato princeps: el pluralismo. A mi entender, el pluralismo no es meramente la convivencia respetuosa y democrática de diversos pensamientos ya que en ese caso no habría ninguna especificidad psicoanalítica y no nos diferenciaríamos de cualquier grupo humano que intenta que sus miembros se respeten entre sí.
Creo que no se puede separar el pluralismo y la libre elección curricular de las transferencias, que son el eje y el rasgo distintivo  de la formación en psicoanálisis.
El Plan de Estudios de 1974, solo exigía una mayoría de seminarios del grupo A (18) y el resto(6) de los grupos B y C. Este plan aseguraba (y no pretendía garantizar) que todo analista formado en la APA tenía un conocimiento centrado en la obra de Freud.  Los mismos podían ser cursados con cualquier profesor del Instituto durante todo el tiempo que así lo desearan.
En los últimos años este espíritu se fue perdiendo silenciosamente, mientras estamos asistiendo a sucesivas  modificaciones reglamentarias en las que se pretende manejar y dirigir las transferencias de los analistas en formación.
Así vemos como los candidatos eligen los seminarios forzados a cumplir con los reglamentos y este hecho no parece haber redundado en un mayor compromiso con el psicoanálisis sino todo lo contrario.
Si creemos que es tan importante que se estudie por  ejemplo  la “escuela argentina” ¿no sería mejor preguntarnos qué hemos hecho para hacerla interesante?.¿Cuánto debatimos entre nosotros sobre este tema? ¿Qué significa una escuela en psicoanálisis?  No estoy muy segura que tengamos verdaderas respuestas a estas preguntas.
En vez de hacernos preguntas hemos decretado obligaciones. Y, lo obligatorio suena a enseñanza universitaria en la cual los alumnos tienen que estudiar un poco de todo. No nos sorprendería que se intente incluir seminarios obligatorios de neurociencias o de epistemología como ocurre en los posgrados universitarios. Parecería que incluir estas materias haría  de la APA algo más “moderno” y atractivo en comparación con el psicoanálisis a secas que sería un poco antiguo y aburrido.
En el reciente congreso de Mendoza  tuvimos la oportunidad de ver como los estudiantes universitarios mostraban un gran interés por las cuestiones más “clásicas” del psicoanálisis y fue esa concurrencia la que también renovó nuestro entusiasmo por debatir sobre el psicoanálisis.
Si estamos en contra del continuismo es porque este no hace lugar a las preguntas ya que se trata de garantizar la continuidad. Por eso creo que la Apertura Psicoanalítica es una alternativa a algunos de los problemas que enumeré más arriba.

Contribución de Isabel Dujovne